Todo comenzó con una demanda de protección del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen formulada contra Antena 3 Televisión por la emisión en 2007 de un programa televisivo en el que aparecía un reportaje sobre el demandante relativo a su condición de exadicto a las drogas. El mismo programa ya había sido emitido en 2002 por la cadena de televisión, y en el que el demandante prestó su consentimiento para la realización y emisión del reportaje en 2002 pero no para la nueva emisión del mismo en el año 2007, es decir, cinco años después.

La Sentencia del Juzgado de Primera Instancia estimó parcialmente la demanda declarando la existencia de una intromisión ilegítima en el derecho al honor del demandante y condenó a la demandada Antena 3 Televisión al pago de 25.000 euros en concepto de indemnización. Tras el recurso por la parte demandada la Audiencia Provincial de Madrid apreció que también existió una intromisión ilegítima en el derecho al honor y a la propia imagen, y tras el nuevo recurso el Tribunal Supremo por Sentencia de 24 de septiembre de 2014 confirmó las anteriores sentencias de condena a la parte demandada.

En resumen, el Tribunal declara que los derechos al honor y a la propia imagen del demandante deben prevalecer sobre las libertad de información y de expresión de la demandada Antena 3 Televisión. En cuanto al derecho al honor declara que la aparición de un rótulo con el nombre del demandante y el calificativo de “extoxicómano” supone la imputación de un hecho o la realización de un juicio de valor que lesiona su dignidad menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. Aunque el demandante otorgó su consentimiento a la publicación de la entrevista en el año 2002, el medio de comunicación no estaba exonerado de solicitar nuevo consentimiento para sucesivos programas, ya que cinco años después en 2007 sus circunstancias particulares habían cambiado y la condición de extoxicómano supone una carga negativa en la sociedad que puede generar desconfianza hacia la persona del afectado. También entiende la existencia de una intromisión  ilegítima en el derecho a la propia imagen porque no consta que el demandante prestara su consentimiento para que su imagen apareciera en la segunda emisión del programa y éste no es un personaje público.

Señala el Tribunal Supremo que cuando una persona rehabilitada y reinsertada en la sociedad ha rehecho su vida pueda controlar y decidir libremente hablar de su pasado, vivir con la tranquilidad de que su pasado forma parte sólo de su intimidad y ejercer el derecho a hablar de su vida sólo y exclusivamente cuando lo decida.